On vient d’arriver en nuestras bicicletas, la tuya negra y la mía roja, el lugar nos pertenecía. Abrimos la puerta. Entramos. ¿Vous-êtes combien? Dos. Nos dirigimos a aquella mesa circular perfecta, en la que tranquilamente podían caber cuatro en caso de venir con amigos. Este no era el caso Margarita, esa era para los dos. Comme d’habitude nos sentamos uno en frente del otro, me dejaste sentarme en la banqueta y tú te acomodaste en la silla, la mesa era angostita, al darme cuenta dudo de cómo cupimos cuatro personas la vez anterior. Eso ahora no importa. ¿Que qué vamos a tomar? Me miró y me dijo “¿chocolat chaud?” Asentí y sonreí, tus ojos brillan más cuando soy yo quien brilla en tu botón amarillo. Un chocolat chaud et un café s’il vous plaît. Aunque la mesa nos separaba, tus largas piernas siempre llegaban a jugar con mis rodillas, ella aman secretearles cosas y a mí me gusta que mis rodillas le cuenten todo, las abriguen, se enamoren y beban chocolat chaud y café en un barcito de esa ciudad rodeada de muros, de ese lugar que encierra nuestros corazones y me hacen, y nos hacen, mirarnos diferente Margarita.
No hay mejor lugar. -Fito Espinosa
SGMU
Sábado-domingo, 21-22 de mayo de 2011 siendo medianoche y dieciséis minutos.

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